Desde tiempos inmemoriables el ser humano ha querido ser como la naturaleza. Ser más rápidos que un leopardo, más astutos que los zorros, más fuertes que un oso y, sobre todo, ser capaces de volar.
Esta aspiración de ser como los pájaros que vuelan por nuestros cielos no solamente surgió en época de Leonardo, ya desde la antigüedad existía esta curiosa obsesión. Y el remoto lector que esté leyendo estas líneas se preguntará, "¿por qué una obsesión?". Únicamente tenemos que echar un vistazo a nuestro alrededor para darnos cuenta que el ser humano ha tenido esa ambición siempre. François de Rozier y el marqués de Arlandes, los hermanos Montgolfier, John Joseph Montgomery, Clément Ader, Amelia Earhart, Hanna Reish, entre otras muchas personas que inventaron, pilotaron o simplemente volaron pudiendo tocar las enormes y hermosas nubes.
La iconografía nos da esos primeros indicios de querer dominar los cielos, claro está que también tendrá su significado simbólico y siempre dentro de un contexto (representando una divinidad, etc....). Asimismo, es intertesante recalcar ese significado de poder que ha ido adquiriendo la representación de unas alas de pájaro o de una raza de este animal, como por ejemplo, el águila calva o conocida sobre todo por ser el águila americana. ¿Qué nos viene a la mente al pensar en ella y su relación con EE.UU? Poder, libertad, fuerza. Igualmente ocurre cuando vemos este tipo de representaciones en otras banderas o emblemas nacionales, en alguna obra pictórica o escultórica.
Lo cierto es que las aves son para nosotros símbolos de libertad, de esa libertad que muchas veces deseamos poseer y con la que soñamos día y noche.
Fotografía reaizada por P. Merino |
Fotografía realizada por P. Merino |
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